Llegó
el verano....e inconscientemente todos pensamos en terrazas, vacaciones,
relax... ¿y el resto del año? ¿no nos relajamos? ¿no hacemos vacaciones?
Pues una buena manera de relajarse en cualquier época del año son los mandalas.
¿Los habéis probado? No se necesita ninguna preparación previa, ni edad, ni
siquiera ser budista o haber hecho yoga en la vida... de hecho los mandalas o
las representaciones geométricas están presentes en muchas y diferentes
culturas: los rosetones de las iglesias, las chacanas de los indígenas
andinos...el círculo siempre ha sido entendido como un símbolo de la perfección
y del origen y la vuelta a la naturaleza.
Coger un mandala ya preparado y colorearlo o crear uno nuevo requiere
concentración, dedicarse únicamente a crear belleza. Da igual si ese día te
apetece utilizar sólo dos colores o treinta y seis, el sólo hecho de ponerse a
hacerlo apacigua los pensamientos, es relajante... es concentrarse en un punto
(tu mandala) para que al final todo fluya hacia afuera, porque el centro del
mandala no deja de ser nadie más que el propio yo. Y eso es también, aunque sea
de manera inconsciente, dedicarse a uno mismo, porque sólo hasta que tomemos
conciencia de lo que tenemos dentro -y cómo gestionarlo- podremos llevar
con tranquilidad todo lo que tenemos fuera.
Olvida por un día el candy crush, el whatsapp, tu twitter, el stress, la
televisión e incluso el libro y guarda un buen rato para hacer tu mandala. Coge
colores, dibuja, crea o colorea un mandala que ya esté dibujado y deja que tu
mente viaje por los círculos, por la dispersión y la concentración de figuras,
por los colores, por la explosión de formas, por el origen, por la vuelta a la tierra.
Déjalo cuando creas que ya no puedes más, continúalo cuando lo necesites...
Os dejo un mandala hecho por nuestra querida amiga Do, relajante e hipnotizante
como él solo. Yo no puedo dejar de mirarlo e imaginar en qué pensaba ella
cuando lo creó. A mi me sugiere miles de cosas... ¿y a vosotr@s?